miércoles, 17 de enero de 2018

Aceptando la no aceptación

Las mentes compulsivas para hacerse "honor y causa" del impulso irracional exacerbado, suele buscar la paz, la serenidad interior, de manera cambien compulsiva.

Cuantas veces me he dicho eso de "tengo que encontrar el camino de la serenidad, ya, lo necesito".
O, "Dios que gordo estoy, tengo que ponerme a dieta inmediatamente, tengo que perder peso, pero ya". ¡Cuanta incoherencia! Esto seria como si alguien te dijera:"¡venga, se espontaneo!".

Y es que, cuando la contradicción llega a tu vida, no suele haber más resultado que "más  contradicción" aún si cabe.

Cuando acepto verdaderamente eso que "no aceptaba" antes, me libero. Como cuando acepté que era comedor compulsivo, adicto a ciertos alimentos y acepté que nunca voy a dejar de desear darme un atracón, caiga o no, finalmente.

¡Cuando deje de engañarme a mi mismo abrí la posibilidad de la recuperación!

Parece obvio, ahora, que hasta que no reconoces "un problema", no se puede encontrar una solución. Como dice esa frase: ¡Uno no se enamora de quien no conoce! Pues si no conoces el problema, o no quieres conocerlo, como vas a encontrar la solución.

Tampoco digo que porque acepte una situación, esta desaparezca. De ser así, yo hubiera dejado de ser comedor compulsivo. Pero reconozco que gracias a aceptarlo, he podido caminar por el camino de la recuperación, mejorando mi vida infinitamente.

Pero,  ¿Qué ocurre cuando soy consciente que no acepto "algo", ya sea en ese justo momento, o incluso tiempo después? Pues lo primero: ¡Aceptar la no aceptación en mí! Darme tiempo para digerir y profundizar en las "causas" que me hacen no lograr aceptarlo. Reconocerme y darme valor, pues sé que el solo hecho de querer llegar a la aceptación total del presente, es decir mucho y bueno.







No hay comentarios:

Publicar un comentario