viernes, 19 de agosto de 2016

¡El PODER SUPERIOR no duerme!

Esta noche soñé que deambulaba por una ciudad desconocida y una serpiente sin darme cuenta se me había enrollado en el cuerpo, yo andaba buscando algo. Me percaté del reptil cuando estaba ya su cabeza junto a mi brazo izquierdo, entonces abrió su boca grande y me mordió el brazo del cual no se despego ya. Yo estaba sorprendido pero no asustado, no la sentía como amenaza mortal. Ni siquiera me la intente quitar de encima, sabía que no era una serpiente cualquiera, ni ese un momento cualquiera.

Entonces comencé a tener alucinaciones reveladoras mientras deambulaba por aquel lugar, como si de una toma de alguna planta sagrada de la selva de algún chamán se tratara, y me desperté.

La serpiente representa el conocimiento que está pegado a ti, que te rodea y soportas, pero que no  ves. La mordedura venenosa representa el impacto de entrar en contacto con algo, conectarte a algo, enchufarse y hacerse uno. Y las alucinaciones reveladoras son el comprender profundo, el ver esa verdad que al mirarla te transforma para siempre de inmediato.

¿Por qué te cuento esto?
Porque cada noche, antes de dormir le pido a mi poder superior COMPRENSIÓN. El PS nos habla en nuestro idioma, tanto en sueños como despierto.

Él quiso decirme que he estado buscando fuera muchos años esa respuesta, esa verdad, esa paz, que estaba conmigo ya. Conocimientos en forma de pesadas cargas, pero que como no los miré, esos conocimientos no podían conectarse conmigo y enseñarme la sabiduria que tenian para mí.

Como el que lleva una mochila pesada con pantalón, sudadera, botas, calcetines, gorra y el resto de una vestimenta y va desnudo por el mundo, por no mirar lo que lleva encima y además soportando el peso, cuando el peso y la respuesta son la misma cosa.

Así que he de mirar honesta e interiormente que hay detrás de lo que me duele, lo que me apena, lo que me preocupa, lo que me agita, de mi sentimiento de soledad y vacuidad o de lo que me cabrea y no perder el tiempo mirando los acontecimientos o personas externas.


¡Gracias PS por enseñarme el camino hacia la recuperación!


sábado, 13 de agosto de 2016

¡Esta enfermedad es brutal!


Ayer comencé el día dirigiéndome hacia mi cuarto día de abstinencia y al comienzo de la tarde las tentaciones fueron en crescendo, salí del trabajo a las 20.00 h. y sabiendo que iba a estar solo en casa, las tentaciones se multiplicaron, el nivel de ansiedad de disparo y empezaron a rondarme esas ideas que solo un comedor compulsivo conoce.

Conseguí hacer a duras penas, lo que tenía pensado, que era ir al gimnasio. Junto a este tengo la mala fortuna de tener un supermercado. También conseguí no entrar e ir para casa cuando termine de hacer deporte. Pensaba que el deporte me ayudaría, pero cuando la mente se pone a elucubrar tan fuertemente, es difícil, aunque quiero pensar que tal vez hubiera sido peor sin haberme cansado físicamente corriendo en la cinta.

Llegar a casa con las manos vacías ya fue todo un éxito. Pero aun así, el atracón podía gestarse en cualquier momento con alimentos menos compulsivos y menos apetecibles para mí.
Entre en el baño, ansioso e inquieto. Tenía hambre real pues me había comido una manzada a las 18.00 y eran ya las 21.15. Pero también tenía ansiedad. Estaba solo e iba estarlo pues mi compañero se marchó de vacaciones.

¡Yo quiero mi cuarto día abstinente! ¿Por qué me pasa esto ahora? Parece ser que la idea de soledad otra vez encendía la chispa destina a detonar mi compulsión.

En el baño, respiré hondo dentro de mis posibilidades. Me observe por un instante con todos los pensamientos puestos en el futuro próximo de cuando saliera del baño y fuera para cocina. Entonces me di cuenta, que no estaba viviendo el momento presente sino tratando de huir otra vez hacia el futuro, por medio de pensamiento que planean la compulsión.

¡Ey, estas aquí, en el cuarto de baño AHORA! Vuelve al PRESENTE, vuelve al AHORA, respira aquí y Ahora. No huyas mentalmente. Físicamente estas AHORA sentando en el baño pero mentalmente estas imaginándote dentro de unos minutos en la cocina ansioso abriendo armarios, buscando escusas y pretextos para un atracón. No estas mentalmente aquí.

Conseguí por volver mentalmente, parar por unos preciosos instantes toda la rueda de pensamientos y me obligué a estar AQUÍ Y AHORA, de cuerpo y mente. Hice varias respiraciones profundas y me di un baño caliente disfrutando de él.

Cuando Salí, Salí mucho más calmado y enfocado, con muchísimo menos ruido mental y tome las decisiones acertadas para la cena.

Fue algo mágico y nuevo. Luego llamé a una compañera y charlamos un rato sobre lo sucedió.
Y así acabé el duro día abstinente de ayer.

Me di cuenta de cómo desde las 17:00 h. simples ideas y pensamientos sueltos, se habían ido agrupando poco a poco, hasta casi lograr mellar mi deseo de seguir abstinente y logrando quitarme la paz por unas horas.


¡ESTA ENFERMEDAD ES BRUTAL PENSE AYER MAS QUE NUNCA!

viernes, 12 de agosto de 2016

Rendirse o seguir luchando contra los atracones de comida

Rendición: La acción de someterse al dominio o voluntad de alguien o algo, dejando de oponer resistencia.
Honestidad: es el valor de decir (se) la verdad, ser razonable y justo.

A nadie le gusta rendirse ante nada, ni nadie. Nos gusta luchar, ganar y demostrarles a todos que somos los más fuertes, más listos, más guapos. Los más de lo más. 

Si hay tragedia, sangre y altos obstáculos, mejor. Mayor será luego el regocijo y orgullo al alcanzar el logro. ¡Todos se deslumbrarán y nos alabaran!

Pedir ayuda, no gracias. Demostrar debilidad; de ningún modo.

¿Acaso no es infantil, este modo de vida?  ¿Qué estamos realmente intentando demostrar o demostrarnos? ¿Qué somos más fuertes, más listos, más aptos o más validos que nadie? ¿Es que acaso no es ya suficiente con ser como somos en este momento presente? ¿Qué necesidad, que déficit estamos tratando de cubrir con tanta lucha?

Cada vez que no he sido capaz de seguir una dieta o mantenerme en un mismo peso, cada vez que no he sido capaz de NO comerme ese dulce que me llevo al atracón ¡Mi autoestima bajó hasta el dedo gordo del pie! Tener una autoestima baja te roba confianza para el resto de campos en tu vida ¿Tanta lucha para qué? 
¡Cuánto sufrimiento me habría evitado si en lugar de ir por el mundo demostrado lo capaz y valido que soy, hubiera sencillamente, hecho lo que me hubiera dado la gana!

Cuando crees que eres lo más, que tú puedes con todo, el guerrero invencible ¡No te permites caer! Eso desmoronaría el cuento que te has contado a ti mismo sobre ti. Entonces lo intentas tapar, te escusas o simplemente lo niegas. No permitirse caer, es como no permitirse dormir ¡Tardaras más, o tardaras menos, al final siempre vendrá Morfeo!

Permitirse caer y aprender; de romper la tan deseada abstinencia, de sentirse vulnerable ante la comida que me compulsa, de sentir que uno no lleva yo las riendas y que los caballos van ellos solitos, reconocer honestamente que realmente SI quería comerme esos bollos, que SI me hago daño a mi mismo concientemente,

Piensas: Si no siento culpa, si no intento controlar el acto de no pegarme un atracón, si suelto todo esto ¡Entonces mi vida será como antes de OA, ingobernable! ¡Me convertiré en un obeso de 250 kilos y no podré ni levantarme de la cama! Ahora yo pregunto ¿Acaso no he sentido culpa desde siempre? ¿Acaso no intente dejar los atracones poniéndome a dieta una y otra vez y aun así mi vida se volvió un caos?

Tal vez sea la lucha por controlar el peso y los atracones y fracasar, lo que me llevo a grandes decepciones, desgastarme energéticamente, auto-engañarme, desvalorarme como persona y auto-lesionarme mediante grandes y numerosos atracones. Tal vez el trabajo interior de honestidad y de comprensión sea la solución. Y ahí es donde entran los doce pasos y OA.

Rendirse es entonces para mí soltar toda resistencia a dejar de controlar, y someterme a lo desconocido e inmenso del camino interior de comprensión de la adicción mediante la honestidad. Permitiéndome caer, y permitirme también ser libre de la adicción a la comida.

Permitiendome, en definitiva: ser un ser humano.




miércoles, 10 de agosto de 2016

¡Algo va mal, hay algo que no estoy haciendo bien!

El sobrepeso y la obesidad han sido siempre, desde los aproximadamente 8 - 10 años de edad, ese pie que no te permite levantar cabeza, desarrollarte completa y satisfactoriamente. Me ha provocado impactos emocionales terribles; complejos, manías e inseguridades, así como barreras mentales en cuanto a conseguir objetivos.

Desde la pre-adolescencia he tenido el sentimiento de injusticia y, dicho sea de paso, también de víctima. Dios, el universo, la genética y la gente eran injustos conmigo.
Yo quería comer, me gustaba comer, pero mis padres  junto con el médico, me lo trataban de impedir poniéndome a dieta. Así lo entendía yo entonces. Para mí todo estaba bien; mi cuerpo y mi relación con la comida.



Ellos creían que todo se solucionaría con una dieta. Esa época fue traumática para mí. Mi primer trauma acompañado con el de tener un padre alcohólico y violento que te enseñaba la tabla de multiplicar a base de guantazos y tirones de la patilla, o una madre sumisa, que parecía no impórtale demasiado esos episodios de violencia.

Sería en esa etapa, donde comer paso de ser algo natural y sin culpa, incluso síntoma de salud para muchos el buen apetito, a ser algo insano y problemático donde la comida debía de serme racionada, limitada y en el caso de comer lo que no debería; reprendido.

Es impactante para un niño que de la noche a la mañana le prohíban los alimentos que más le gustan; y se lo cambien por frutas, refrescos dietéticos, o simplemente agua. Que le reprochen su hambre o tener un cuerpo rechoncho. Reprocharte al fin y al cabo quien eres.

Esto me lleva a la siguiente reflexión: Cuando eres bebe o un niño muy pequeño te valoran por simplemente SER, no te piden nada a cambio. Cuando creces un poco más se te valora en función de tus acciones. Valor y afecto van unidos entonces. Tanto vales para los demás, con tanto afecto te lo recompensan. Es este aprendizaje el que más le cuesta comprender a un niño; Pasar del afecto gratuito al afecto en función de cómo te dicen que te has de comportar, como has de ser, lo que se llama en esta sociedad; ser bueno.

¡En esta etapa nace la culpa! La culpa nace en el mismo instante que aprendes que es el BIEN y que es EL MAL. Por tanto, si AHORA tus padres dicen que comer “tal cosa” está mal y lo comes, te sentirás CULPABLE.

A partir de este punto, crucial a mi entender; nada puede volver a ser igual en la vida de un ser humano. Ya no puedes comer tranquilo, como antes, sabiendo que te vigilan y te reprochan por cosas que antes no lo hacían. Eso te inquieta y te pone en alerta. Ya no es gracioso que pidas dulces y helados en la merienda y que seas un niño glotón o que estés gordito.

Pero de la noche a la mañana,  un niño no entiende que comer esos pastelitos pueda ser perjudicial para su salud en un futuro ¡Y se revela!

Entonces tienes que robar comida de la cocina y comerla a escondidas, sin que se note claro está, pues es la única manera de seguir comiendo como antes, que para ti es “lo normal”.
Luego de adulto, todo esto sencillamente se incrementará proporcionalmente, pues ya no dependes de las cuatro cosas que guarde tu madre en el armario, sino que tendrás un supermercado entero para ti. No comerás en un cuarto, porque aprovecharas a que se vaya tu pareja a trabajar, si es que vives con alguien, para comer a solas en el salón, tumbado en el sofá y viendo una película, sin que te miren unos ojos acusadores y que desaprueban tu manera de comer.

Pero no te libraras de tu voz de la consciencia que te flagelará gritando: ¡CULPABLE!

Creces dándote cuenta que la comida, en este mundo, te hace valer menos en función de cuanto te haga engordar. Estar gordo significa valer menos, valer menos es recibir menos afecto de los demás, tu percibes este déficit, al mismo tiempo que va creciendo la ansiedad, de la que quieres HUIR por medio de la comida. Entonces ya habremos entrado en el típico círculo vicioso del comedor compulsivo.

Siempre me ha perseguido una misma sensación: ¡Algo va mal, hay algo que no estoy haciendo bien! Entonces te mientes y te dices que es por no ser suficientemente constante o disciplinado, que tal vez no sabes elegir bien a tus parejas o simplemente buscas escusas victimistas que vienen de atrás, de la familia, de los genes o la vida.

En los periodos que me sentí más motivado me puse a ser dieta para bajar de peso, en algunas baje 4 o 5 kilos, en otras 15, 30, 50 kilos y la última baje 20 kilos. Lo máximo que he podido a aguantar son  8 meses a dieta. La motivación se va evaporando cuantos más meses pasan.

Una vez se pierde la motivación entra en escena de manera progresiva los episodios de compulsión descontrolada. Esos que creías olvidados. Esos que entran de forma paulatina y van tomando las riendas de tu vida. Como si dentro de ti hubieran dos; el yo constructivo y el yo destructivo. Y cuando pasara mucho tiempo uno llevando el carro, el otro le aparta de un codazo y lo volviera a dirigir.

Y mi caso, pasaron 32 años hasta que me di cuenta que tenía, y siempre había tenido, un grave problema con la comida. 32 años de mentirme a mí mismo, de no querer realmente indagar en mí con la suficiente honestidad que esta adicción requiere.

¡Algo va mal! Se me repetia esta idea en mi cabeza. Claro que iba mal. Es la adicción a la comida, que toca todas las columnas de tu vida; El trabajo, las relaciones sociales, la salud, la autoestima, etc.

viernes, 5 de agosto de 2016

Ayudame a Comprender

La adicción a la comida, seguramente también cualquier otra, te lleva a realizarte muchas preguntas, preguntas de todo tipo; desde las pequeñas y concretas, hasta las grandes y generales.
Los 12 pasos nos llevan a preguntarnos más y más concreta y personalmente con el fin de llegar a comprender ¿Comprender qué? ¿A nosotros mismos? ¿La adicción? ¿Ambos?

La palabra Comprender está formada por “com” (todo) y prender (tomar, agarrar) por tanto, el significado profundo es tomar todo el conocimiento. Si por ejemplo en el primer paso comprendemos que “yo solo no puedo recuperarme de esta adicción”, no habrá más escusas, pero si no agarramos todo ese conocimiento, sino solo parte de él, seguramente le pongamos un “pero” al final de la frase.
Por ejemplo; “Yo solo no puedo, pero si llevo  unos meses o años de abstinencia tal vez sí.” O, “Yo solo no puedo, pero sigo actuando como si yo solo SI pudiera.”

Entonces no estamos tomado TODO el conocimiento, sino solo una parte de él. Creemos que hemos comprendido, pero no. Comprender lo cambia todo naturalmente, no requiere  esfuerzos, ni de fuerza de voluntad.

Pero tampoco se Comprende cuando se quiere, sino cuando llega el momento, si es que llega ¿Y mientras “agarro todo el conocimiento” que puedo hacer?  Pues habrá que ir trabajando (te) y entendiendo parte a parte, hasta completar el todo.

Dice un dicho ¡No hay nada peor que a uno le vaya bien en un trabajo que odia!

Esto lo digo por lo siguiente; a veces nos llega la abstinencia sin haber comprendido profundamente ni los conceptos fundamentales del programa ni a ti mismo. La abstinencia puede darse por muchos motivos; que estemos en una etapa más tranquila exteriormente que invite a estar más tranquilo interiormente, por estar más motivado y enfocado a seguir un plan de comidas para bajar de peso, o por cualquier otro.

Estar Abstinentes puede llevarnos a la ilusión de la comprension, a creer que comprendemos lo que en realidad a un solo entendemos en parte.

Me gustaría acabar con dos frases sobre la comprensión que me parecen muy sabias:

“Ayudadme a comprender lo que os digo y os lo explicaré mejor.” Antonio Machado.


“No entiendes realmente algo a menos que seas capaz de explicárselo a tu abuela.” Albert Einstein.