viernes, 7 de octubre de 2016

Ser libre de la obsesion por la comida compulsiva.

La obsesion por la comida compulsiva a vuelto con fuerza a mi vida. En estos dias, entiendo completamente a todos los adictos del planeta. Solo tengo que cambiar Obsesión por "la comida compulsiva" y poner la adiccion que quiera; cocaina, heroina, una persona (codependencia), alcohol, etc.

Y no, no es obsesion por la comida, NO. Es obsesión por la comida "compulsiva". Osea en mi caso, casi todo lo que tiene más de 350 calorias por 100 gramos; Pasteles, fritos, panaderia, helados, frutos secos, etc.

El resto de comida, aunque me guste y me nutra, no me "obsesiona". A mi cerebro, la comida sana, no le da ese chute de azucar que hace; que la nocion del tiempo desaparezca, los problemas se me olviden de una sentada y me entre tanto sopor que al final me acabe durmierdo, y todo esto, de un plumazo, o de atracón, mejor dicho.

Llevo cuatro dias como un jodido "yonki". Por mi mente, y por momentos que se viven muy intensos, no dejan de pasar imagenes de "comida compulsiva", robandome la serenidad y la claridad de la mente para otras cosas. Anoche despues de haberle "hurtado" a mi tia de su nevera un trocito de "comida compulsiva", llegue a entrar en un bazar de alimentacion chino con la idea de comprar algun compulsivo, pero me salí, ¡Ni sé como! Al rato pase premeditadamente en frente de una heladeria cerca de casa, pero segui hacia adelante ¡Suerte que no me gusten tanto ese tipo de helados sin trocitos que tienen!

Es curioso, la obsesión es más intensa cuanto más te niegas a caer en la tentacion. Toda mi vida, estuve comprando comida compulsiva en el momento que me apetecia, y claro, al no privarme, no pasaba por estos episodios de obsesión.

Es lo mismo que le pasa al fumador, nada más le vienen pensamientos de fumar, se enciende un cigarro y no llega ni siquiera a notar la obsesión que hay detrás. Pero cuando intenta dejarlo, es cuando se obsesiona más con el cigarro, por eso les cuesta tanto dejarlo ¡ Es duro vivir dia a dia con tanta obsesion! Uno llega a pensar erroneamente: ¡ Para vivir obsesionado con el cigarro, prefiero volver a fumar que tiene muchas cosas malas pero al menos tengo la mente serena y despejada!

Es el gran problema de las adicciones, que te reciben con los brazos abiertos, pero te los cierran cuando te quieres ir.

Es duro ser un adicto y sentirte, tantas veces,  atrapado en tu propia mente, sin poder elegir que pensamientos nacen en tu cabeza.

Sé porque dejé el tabaco hace ocho años y medio, que detrás de todo ese desierto lleno de tentaciones para que vuelva atrás, hay un gran premio: LA LIBERTAD.

Pero tengo el deseo de vivir LIBRE de la obsesion por la comida. Y tengo la buena voluntad de levantarme tantas veces caiga ¡Será como tenga que ser y cuando tenga que ser!



miércoles, 5 de octubre de 2016

Emociones que llevan al atracón.

Yo creía que la clave de la abstinencia era "solo" no dar el primer bocado compulsivo.

Pero la gracia, por llamarla de alguna manera, es que somos seres mentales además de físicos, y eso quiere decir, que para no dar ese primer bocado compulsivo, para no obsesionarse de nuevo con la comida, dependemos de nuestro estado mental para no caer en el atracón.

Quiero decir, que si estamos con la cabeza llena de pensamientos generadores de emociones tipo ira, tristeza o ansiedad, caminaremos hacia ese primer bocado compulsivo, de igual manera que si estando bien emocionalmente, y por el hecho de agradar a los demas o de sentirnos fuertes en ese momento, damos ese primer bocado compulsivo que luego nos lleva a querer más y más.

Por lo tanto es la misma carretera: 

Del bocado compulsivo => Obsesion por la comida => Pensamientos Erroneos.
Pensamientos Erroneos => Obsesion por la comida => Bocado compulsivo.

O lo que es tambien:

Fisico/ organico => Psicosomatico => Psicologico/Mental.
Psicologico/Mental => Psicosomatico => Fisico/ organico.

Por eso mismo, en programa de los 12 pasos, 11 estan destinados a nuestro renacer como individuos, a nuestra transformación interior. 

Todo esto me lleva a la memoria, de un par de frases dichas por uno de los mayores genios de todos los tiempos:

"No podemos resolver problemas usando el mismo tipo de pensamiento que usamos cuando los creamos" - Albert Einstein.

"Locura es hacer lo mismo una vez tras otra y esperar resultados diferentes"- Albert Einstein.

He de tatuarme a fuego que tan rapido como me auto-envene con pensamientos generadores de emociones toxicas, tan pronto he de observarlos y rectificarlos por pensamientos que generen en mi seguridad, autoestima o serenidad. 

Cambiar el victimismo de lo que no tengo por la gratitud de lo que ya tengo.

Cambiar el Pre-Ocuparme por el Ocuparme. Y recordarme que si no puedo Ocuparme, tampoco tiene ningun sentido el Pre-Ocuparme.

Aceptar las cosas que no puedo cambiar con toda la serenidad que pueda en ese momento, no como un acto de resignacion y abandono de deseos, sino como un acto de amor y salud hacia mi mismo.

Recordarme que soy un adicto EN RECUPERACION osea que no estoy recuperado. Por lo tanto, no puedo cargar con la misma intensidad emocional con la que he estado enfermando en el pasado, pues corro el riesgo de CAER ENFERMO otra vez.

El mundo eso no lo sabe, y si lo sabe, tal vez no lo entienda, pero YO SI SE lo que soy y las consecuencias de jugar a olvidar que soy un enfermo cronico en tratamiento.

O cambio el chip, o el chip se fundirá. 



jueves, 29 de septiembre de 2016

El alimento de la mente enferma; Los pensamientos irracionales.

Es increible cuanto me enseñan mis compañeros de OA. Me enseñan sin la mas minima intensión de enseñarme nada. Se convierten en mis espejos. Creo que no saben la sabiduria que tienen despues de tantos años de sufrir.

Hablando con una compañera que lo está pasando muy mal, me di cuenta que ella queria hacer las cosas YA. Solucinar sus atracones YA, perder peso YA, tiene miedo a engordar, no se quiere, no se respeta a si mismo, y por su puesto no acepta el proceso en el que está inmersa. 

¿Entonces llevamos toda una vida de atracones y dietas pero queremos YA recuperarnos sin pasar el DUELO, EL PROCESO. ¡ Las prisas son del EGO!

Decimos MAÑANA empiezo la dieta, Mañana comenzaré mi abstinencia, Mañana cuando este delgado/a me amare, entonces me respetare. Pero hoy me voy a ODIAR A MUERTE.

Buscamos la SERENIDAD angustiosomente, Buscamos la abstienencia compulsivamente, Buscamos vivir el respetarnos y amarnos cuando mejor estamos y nos odiamos y exigimos cuando peor nos sentimos.¿Tiene algún sentido todo eso?

Decimos que nos reconocernos como enfermos, pero sentimos culpa despues de un atracon. Aceptamos que eramos impotentes ante la comida pero a la de cambio jugamos a ser “comedor normales” y empezamos a dar “bocados compulsivos”¡ Es obvio que no hemos comprendido el primer paso!


Luego queremos recuperarnos para los demas; Los hijos o la pareja, y dejamos en ultima posicion al que nunca nos abandonará;NOSOTROS MISMOS. Nos llega a parecer EGOISTA la simple idea que lo primero en nuestra vida sea la recuperacion, pero luego ¿Nos sentimos DESOLADAMENTE GENEROSOS cuando engordamos 30 kilos y solo queremos escondernos o morirnos?

Yo he vivido todas estas "rarezas" del comedor compulsivo. Algunas superadas, otras no. Pero vosotros me las recordais sin saberlo dia a dia, para que no se me olvide, que la parte enferma de mi mente vive; de las prisas y las huidas, de los automatismos, de parecerle logico e incluso ser mas buena persona el querer a todos antes que a mi, de que el quererse a uno mismo completamente "solo" sea para cuando estas bien, de la autodestruccion primero antes que respetar tus procesos y aceptarte incondicionalmente, de la pena, y la intolerancia del solo pensar en no comer jamas ningun alimento compulsivo el resto de tu vida, aunque estos solo representen un minimo porcentaje de todos los alimentos que SI podras seguir comiendo y disfrutando para ser feliz. 








sábado, 17 de septiembre de 2016

La ruleta rusa de la comida compulsiva.

Cuando me comprometí con mi abstinencia “en serio” después de venir de la convención nacional de comedores compulsivos de Zaragoza, decidí no comer nada de compulsivos. Nada es Nada. Al menos por el momento.

No solo eso, también decidí apartarme de todo aquello que pudiera poner en riesgo, aunque fuera poco, la abstinencia del comer compulsivamente.

Entonces tomé la decisión de no pisar un supermercado hasta que me sienta “muy seguro” de mí mismo ¡Y Realice la compra por internet!

Yo era de ir cada semana 2 o 3 veces al supermercado, con la excusa de comprar la comida de la semana, pero muchas, el pretexto eran unas simples maquinillas de afeitar desechables. Pero como se cómo entro al supermercado pero no sé con qué alimentos voy a salir, tuve que usar la inteligencia que la naturaleza me dio para evitar ese tipo de comportamientos compulsivos que me llevan a los atracones y con ello a destrozarme la vida “literalmente”.

Hoy se, y doy gracias a OA y a su convención nacional de Zaragoza, por habérmelo terminado de enseñar; la comida compulsiva es para el comedor compulsivo UNA DROGRA. Los alimentos nos estimulan tanto a nivel neurológico como la heroína o el alcohol, exactamente igual.

Yo he bebido muchísimo alcohol en mi vida y para mí el alcohol no es una droga, porque no me llama la atención, de hecho me acabo de dar cuenta que hay botellas de alcohol en un armario que tengo en frente. Como a mí, a  muchas personas del mundo, habiendo bebido muchísimo en algunas etapas de su vida, no son, ni han sido alcohólicas.

Con los alimentos compulsivos pasa lo mismo, he visto personas no comedoras compulsivas, comer muchísimo e incluso engordar, pero en un momento u otro, se les quita el interés por la comida, y vuelven a su peso o no, sin inmutarse. Yo no, los alimentos compulsivos me obsesionan y siempre fue así, cuando hago dieta me obsesiona el comer algún alimento que me compulse y dejar la dieta o el seguir bajando de peso y cuando la termino, con el tiempo vuelvo a obsesionarme comiendo compulsivamente hasta recuperar lo perdido.

¿Es la comida entonces una droga? NO y Sí.  Para mí, lo es. Pero sé que para la mayoría no. Con el alcohol igual, para mí no es una droga y para la mayoría tampoco, pero sé que existe una minoría que se obsesionan con el alcohol.

Por tanto, si para mi ciertos alimentos son un droga, que por lo tanto, se cuándo la tomo pero pierdo el control y no sé cuándo dejare de tomarla, Si como un solo bocado de un alimento así, me estoy poniendo en riesgo, por un bocado de placer ¿Tiene sentido esto? ¿Merece la pena?
Y es cierto, tal vez coma ese trozo de pastel en un cumpleaños por ser educado, por no desentonar, por no saber decir que no, y no pase nada. Y el resto de días sigas con una vida abstinente de paz y salud, pero tal vez no, tal vez sea el comienzo de una recaída y nadie sabe cuándo volverás a tu abstinencia ¡La persona que te ofreció el pastel tampoco dejara su vida para ayudarte a volver a alcanzar la paz!

Nadie lo sabe, es como el juego de la ruleta rusa; seis posibilidades y una sola bala. ¿Tiene sentido ponerse un revolver en la cabeza y disparar solo porque tengas 5 posibilidades de seguir viviendo y sola una de morir?  Para mí, NINGUNO.


miércoles, 14 de septiembre de 2016

Enamorado de OA

A tres días hoy de la convención de Zaragoza aún puedo saborear lo tanto que viví allí; grandes emociones, profundos aprendizajes y todo rodeado por un halo de magia y espiritualidad.

He venido con muchos compañeros con los que seguir hablando por teléfono, con la mochila cargada de amor; a mí mismo, a los compañeros y a OA como un todo, como nunca antes había sentido por nada ¡Un amor limpio y sano!

Voy a por mí sexto día de abstinencia, abstinencia que voy logrando con mucho celo, como si fuera un bebe que va creciendo, que nadie ni nada le pueda hacer daño. Usando todos los recursos con los que cuento. Como no estoy seguro de mí a día de hoy y entrar al súper me daba pavor porque sé que entro con las manos vacías pero no con que alimentos voy a salir, hice ayer la compra por internet desde casa para no tener ni un desliz.

Me apetece muchísimo entrar en una abstinencia larga. Es lo que me mas deseo. Una abstinencia duradera que me traiga paz y amor por mí mismo, y desde ahí poder compartir con los demás.  
Siento mucho miedo de que en cualquier momento se me gire la tuerca y vuelva a desear fuertemente comer comida compulsiva, pierda la paz y caiga.

Para que ello no ocurra estoy tratando de tomar todas las herramientas que OA me ofrece a mi alcance. Y le pido a menudo a mi Poder Superior de su magia para que me ayude en los momentos más críticos de mi camino hacia la Abstinencia estable.

Ha sido de los mejores fines de semana de mi vida. He podido sentir allí la segunda promesa de OA: Vamos a conocer una libertad y una felicidad nuevas ¡Y así ha sido!

Por ello le doy gracias a mi PS por verme facilitado los caminos para poder llegar allí, y poder vivirla, pues sé que soy un privilegiado, y siento que la aproveché al máximo de lo que pude.
Me sentí aceptado y valorado al 100% tal y como soy ahora, me sentí comprendido, abrazado y querido, me sentí uno con todos y todos conmigo, vi como el programa funciona cuando se trabaja cada día con alegría, sentí la magia del PS rodeando con sus brazos la convención. Sentí que así debería de ser una sociedad Sana y no lo que te encuentras cuando sales a la calle.


¡Gracias, gracias y gracias!

viernes, 9 de septiembre de 2016

La vida sin comer no tiene brillo

“Es que la vida sin alcohol, sin ir a los bares, no tiene sentido, es aburrida”- Dijo una vez mi padre alcohólico. Entonces, hace ahora muchos años, me dio pena de oír esas palabras que solo un alcohólico podía decir.

Hace unos días, intenté imaginar mi vida sin probar cualquiera de esos alimentos que tanto me gustan ¡Y tuve la misma sensación!

¡Qué vida tan triste, sin sentido, tan aburrida sin poder comer esos ricos alimentos que tanto me gustan y que me hacen perder hasta la noción del tiempo!

Todas estas palabras y su concepto se me comprimen a diario en una misma sensación interior; la sensación de vacuidad.

A lo mejor estoy llegando a casa, ha sido un día normal y de repente me empieza a parecer triste, sin sentido, el simple hecho de ir casa y estar allí hasta que me entre sueño y me duerma. Es incluso más intensa si sé que estaré solo. Intento convencerme de que puedo hacer cosas como leer, ver una película o hablar con alguien, pero en ese momento, esas actividades siento que no me interesan, parece que lo único que puede “alegrarme el día” o “darle un poco de sentido” es el ir a comprar lo que más me guste del supermercado e ir a casa a comérmelo.

Ayer dando un paseo después de un atracón, mientras deambulaba por largas calles para despejarme, me di cuenta que me pasa lo mismo que a mi padre; ambos compartimos la misma sensación, somos incapaces de encontrarle un  “sentido” a la vida lejos de nuestra adicción ¡Que triste!

Es como si necesitara tener proyectos, cosas que hacer interesantes y nuevas cada momento y como eso no es posible cada día, ni cada momento, como es obvio, me proyecto al futuro inmediato y veo como un grave problema, como un vacío vital, al que he de comer para escapar de él.

¡El placer inmediato, predecible y sin sorpresas que me evade de esa sensación!

Solo puedo pedirle desde aquí a mi Poder Superior me libere de lo triste que es refugiarse en la comida en lugar de encontrarle el sentido a la vida y agradecer lo que me ofrece y poder devolver otro tanto al mundo.

martes, 6 de septiembre de 2016

Siempre la misma pregunta ¿Me comes?

Cinco helados conos de vainilla y chocolate, 6 bollicaos y una bolsa de cacahuetes a la sal, ¡Ese fue mi almuerzo de ayer!

Otra vez cometo el error de no desayunar, tenía un viaje de dos horas y medio en coche, era la vuelta del fin de semana, la vuelta a la rutina laboral, dejar a mi pareja a 250 kilómetros…

En casa lo tenía todo congelado y la verdad fui a lo fácil, al súper a ver si veía algo para comer rápido, aunque esa era la excusa, ¡Esta claro que se cómo entro en el supermercado pero nunca sé con qué alimentos voy a salir!

¡No me sentí culpable! Sé que soy un adicto. Sé que comer es fácil. Y sé que tengo que comer cada día varias veces. Pero siempre tengo la sensación que lo podría haber evitado si por ejemplo en este caso hubiera desayunado, aunque no estoy seguro al 100 por 100.

Explicado todo esto, comienza lo interesante.
En el trabajo estuve a punto de sacar de la maquina algún dulce, pero los miraba y joder, ¡Son basura barata! Pensé yo. Y no compre nada.

Al salir del trabajo, me pase por el supermercado otra vez, pero paso algo raro, diferente. Estuve a punto de llevarme uno o varios dulces, pero desperté en el último minuto; lo mire y me dije: ¡Tienes que superar esta mierda! ¡Tienes que hacerlo aquí, y ahora! O tendrás que hacerlo en otro supermercado, en otro lugar, en otra despensa, en otro restaurante, pero este tipo de comida siempre va a estar aquí, tentándote día a día, cada vez que lo mires, con tan solo pensar en ella.

Así que solté todo menos los plátanos que me llevo al trabajo para merendar y me fui a casa.
Hacía calor, me tome un cerveza y me acosté sin cenar, porque para mí la cena es la última comida y por ello la que tengo más probabilidades de atracones. Me cuesta mucho cerrar episodios en mi vida, las despedidas, cortar con algo o alguien y hacer la última comida también, sabiendo que no voy a comer nada en hasta el día siguiente.

Esta vez, se me encendió un piloto y pude dejar que el último alimento del día lo comiera a las 14:00 de la tarde. Esta vez pude comprender en un radio más grande que la comida compulsiva va estar siempre ahí, en ese estante bien presentada, en ese plato de restaurante, o en un rinconcito del mueble de la cocina, y que en algún momento, hay que ponerse en frente y decir, ¡Gracias, pero ya no te necesito, ahora deseo caminar sin ti!


Que soy yo mismo el que tiene que cambiar de respuesta, el viejo Si por el nuevo NO. Porque la comida compulsiva siempre lanzará la misma pregunta ¿Me comes? Siempre será la misma, a veces te la susurrara y otras te la gritara, pero la pregunta será siempre la misma. 


sábado, 3 de septiembre de 2016

¡Nunca estoy a salvo!

Arranco mi vehículo para ir dirección a casa. Son las 23.20 horas. He estado todo el día abstinente pero llevo muchas horas sin comer, pues no he podido. Mientras me movilizo la situación me comienza a tentar, esta vez “me sugiere” que como tengo que cambiar dinero, por motivos que no comentare por su extensión, que compre un helado al lado de casa para cambiar. Entonces me digo, como sé que estoy en “mis horas de mayor peligro de compulsión”, que mejor no pare, ¡Ya cambiaré mañana por la mañana más sereno!

Lo consigo. Y llego a casa. No me apetece cocinar nada y no tengo nada rápido que hacerme.
Como algo, pero se ve que no es suficiente y los niveles de compulsión se empiezan a disparar.
Me ronda por la cabeza hasta llamar por teléfono comida a domicilio o bajar yo mismo. Gracias que es ya la 01.00 horas de noche y es tarde. Eso ayuda mucho.

Al final acabo comiendo comida incoherente entre ella como puede ser; unas croquetas de setas, un pedazo de queso chédar y una vaso de leche vegetal con cacao natural.
Estaba contento por haber logrado no parar e ir a casa directo. Eso es un logro, está claro.  Pero no pude no perder la compostura y ser poseído por la ansiedad del comer compulsivamente. Entonces siento:

¡Nunca se está verdaderamente a salvo!

Joder he tenido episodios de ansiedad con la comida incluso después de practicar meditación, o hacer cosas que realmente me gustan. A la mente le da igual; el lugar, la gente o lo que hagas, puede dispararse en cualquier momento y activar el modo compulsivo ON.

¡No puedo esperar que no me pase más, solo esperar al próximo episodio!

He de prepararme para él, he de seguir trabajando. Tal vez si hubiera comido algo antes de volver a casa, tal vez si hubiera llamado a alguien cuando llegue y estaba solo, esto no hubiera ocurrido.
Joder por las mañanas pienso: ¡Aquí te espero ansiedad compulsiva, esta vez no podrás conmigo! ¡Y luego viene y siempre me supera!


¡Quiero atravesarte ansiedad! Quiero que llegue ese momento, donde mirarnos de igual a igual ¡Lo deseo!


viernes, 2 de septiembre de 2016

La irrealidad de la falsa hambre.

Si no fuera porque sé que todo esto de respirar no es más que un sueño, me sorprendería mucho más saber que cuando de repente en mi mente, empiezan a aparecer todas esas ideas en masa sobre el comer urgente; es sencillamente un engaño, una ilusión; HAMBRE IRREAL.

Cuando me despierto después de 9 horas durmiendo; me tomo un café con alguna fruta. No tengo hambre, ¡Y eso que llevo 12 horas con el estómago vacío!

Entiendo que sienta hambre cuando pasan 3,4 o 5 horas sin comer, pero tanta como para querer atracar un supermercado con alimentos calóricos en exceso, ¡No, no me lo puedo creer!

Entonces estoy comiendo en casa de la familia y voy comiendo patatas fritas de una bolsa que me reta a no parar o, voy en moto a casa después del trabajo y la situación me reta a entrar en un supermercado a comprar alimentos compulsivos, y mientras soy tentado pienso; NO ES HAMBRE REAL.

Saber que lo que te está ocurriendo no es real, tiende en un principio a descolocarte, pero una vez aceptado, pues mirar lo que te ocurre desde esa perspectiva y es algo que a mi me ayuda mucho.

Todo esto me recuerda mucho a la parábola de la biblia donde Jesús es tentado por el diablo:

 “…Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo.
Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre.
Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan.
El respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios…”



Por supuesto todo es simbólico:

El desierto simboliza la nada; el vacío, la soledad, esos momentos en tu vida donde de repente todo pierde su sentido, su significado, donde te cuesta ver más allá. Donde no existe la seguridad, donde no sabes que va a pasar, etc.

Al mismo tiempo, el desierto simboliza ese espacio inevitable donde poder mirar a los ojos a nuestros miedos y atravesarlos. Pues sentir hambre, soledad, frio, cansancio, celos o envidia  es inevitable e inherente a la naturaleza del ser humano.

El diablo simboliza la tentación de la mentira, de lo irreal; La solución rápida que no soluciona nada, y además empeora o alarga la situación. La tentación con placeres y/o distracciones  evitando que te enfrentes a tus miedos y no puedas crecer y superarlos.

Mis desiertos duran horas pero como son tan intensos pueden parecer que no acabaran nunca, están hechos de soledad, vacío, carencia de significado de ese momento e inutilidad, desde esos momentos críticos, veo las siguientes horas absurdas, con pena porque se acabe ese día sin haber pasado nada especial.

Entonces me siento tentado fuertemente a comer alimentos que me dan placer y ver alguna película que me distraiga, para evadirme y así huir de esos momentos.

Sé que es efectivo por una parte, porque cuando ya he terminado de comer durante dos horas, solo tengo sueño y ganas de dormir, y ya no siento esas sensaciones que sentiría antes de comer. Termino el día anestesiado, pero sé que estoy abierto en canal y que las tripas siguen estando fuera.

Al día siguiente me siento más inseguro, débil, más vulnerable,  porque sé que la comida es una huida de la realidad y no la solución, y que es cuestión de tiempo que aparezca otra situación donde vuelva a ser tentando a comer, y se convertirá en un círculo vicioso del que cuesta muchísimo salir.

El universo me muestra pues en determinadas situaciones, mis miedos y me da la posibilidad de afrontarlos, comprenderlos y abrazarlos.

Yo elijo entonces si afrontarlos o huirlos, pero ellos van a seguir ahí hasta que no los atraviese.

viernes, 19 de agosto de 2016

¡El PODER SUPERIOR no duerme!

Esta noche soñé que deambulaba por una ciudad desconocida y una serpiente sin darme cuenta se me había enrollado en el cuerpo, yo andaba buscando algo. Me percaté del reptil cuando estaba ya su cabeza junto a mi brazo izquierdo, entonces abrió su boca grande y me mordió el brazo del cual no se despego ya. Yo estaba sorprendido pero no asustado, no la sentía como amenaza mortal. Ni siquiera me la intente quitar de encima, sabía que no era una serpiente cualquiera, ni ese un momento cualquiera.

Entonces comencé a tener alucinaciones reveladoras mientras deambulaba por aquel lugar, como si de una toma de alguna planta sagrada de la selva de algún chamán se tratara, y me desperté.

La serpiente representa el conocimiento que está pegado a ti, que te rodea y soportas, pero que no  ves. La mordedura venenosa representa el impacto de entrar en contacto con algo, conectarte a algo, enchufarse y hacerse uno. Y las alucinaciones reveladoras son el comprender profundo, el ver esa verdad que al mirarla te transforma para siempre de inmediato.

¿Por qué te cuento esto?
Porque cada noche, antes de dormir le pido a mi poder superior COMPRENSIÓN. El PS nos habla en nuestro idioma, tanto en sueños como despierto.

Él quiso decirme que he estado buscando fuera muchos años esa respuesta, esa verdad, esa paz, que estaba conmigo ya. Conocimientos en forma de pesadas cargas, pero que como no los miré, esos conocimientos no podían conectarse conmigo y enseñarme la sabiduria que tenian para mí.

Como el que lleva una mochila pesada con pantalón, sudadera, botas, calcetines, gorra y el resto de una vestimenta y va desnudo por el mundo, por no mirar lo que lleva encima y además soportando el peso, cuando el peso y la respuesta son la misma cosa.

Así que he de mirar honesta e interiormente que hay detrás de lo que me duele, lo que me apena, lo que me preocupa, lo que me agita, de mi sentimiento de soledad y vacuidad o de lo que me cabrea y no perder el tiempo mirando los acontecimientos o personas externas.


¡Gracias PS por enseñarme el camino hacia la recuperación!


sábado, 13 de agosto de 2016

¡Esta enfermedad es brutal!


Ayer comencé el día dirigiéndome hacia mi cuarto día de abstinencia y al comienzo de la tarde las tentaciones fueron en crescendo, salí del trabajo a las 20.00 h. y sabiendo que iba a estar solo en casa, las tentaciones se multiplicaron, el nivel de ansiedad de disparo y empezaron a rondarme esas ideas que solo un comedor compulsivo conoce.

Conseguí hacer a duras penas, lo que tenía pensado, que era ir al gimnasio. Junto a este tengo la mala fortuna de tener un supermercado. También conseguí no entrar e ir para casa cuando termine de hacer deporte. Pensaba que el deporte me ayudaría, pero cuando la mente se pone a elucubrar tan fuertemente, es difícil, aunque quiero pensar que tal vez hubiera sido peor sin haberme cansado físicamente corriendo en la cinta.

Llegar a casa con las manos vacías ya fue todo un éxito. Pero aun así, el atracón podía gestarse en cualquier momento con alimentos menos compulsivos y menos apetecibles para mí.
Entre en el baño, ansioso e inquieto. Tenía hambre real pues me había comido una manzada a las 18.00 y eran ya las 21.15. Pero también tenía ansiedad. Estaba solo e iba estarlo pues mi compañero se marchó de vacaciones.

¡Yo quiero mi cuarto día abstinente! ¿Por qué me pasa esto ahora? Parece ser que la idea de soledad otra vez encendía la chispa destina a detonar mi compulsión.

En el baño, respiré hondo dentro de mis posibilidades. Me observe por un instante con todos los pensamientos puestos en el futuro próximo de cuando saliera del baño y fuera para cocina. Entonces me di cuenta, que no estaba viviendo el momento presente sino tratando de huir otra vez hacia el futuro, por medio de pensamiento que planean la compulsión.

¡Ey, estas aquí, en el cuarto de baño AHORA! Vuelve al PRESENTE, vuelve al AHORA, respira aquí y Ahora. No huyas mentalmente. Físicamente estas AHORA sentando en el baño pero mentalmente estas imaginándote dentro de unos minutos en la cocina ansioso abriendo armarios, buscando escusas y pretextos para un atracón. No estas mentalmente aquí.

Conseguí por volver mentalmente, parar por unos preciosos instantes toda la rueda de pensamientos y me obligué a estar AQUÍ Y AHORA, de cuerpo y mente. Hice varias respiraciones profundas y me di un baño caliente disfrutando de él.

Cuando Salí, Salí mucho más calmado y enfocado, con muchísimo menos ruido mental y tome las decisiones acertadas para la cena.

Fue algo mágico y nuevo. Luego llamé a una compañera y charlamos un rato sobre lo sucedió.
Y así acabé el duro día abstinente de ayer.

Me di cuenta de cómo desde las 17:00 h. simples ideas y pensamientos sueltos, se habían ido agrupando poco a poco, hasta casi lograr mellar mi deseo de seguir abstinente y logrando quitarme la paz por unas horas.


¡ESTA ENFERMEDAD ES BRUTAL PENSE AYER MAS QUE NUNCA!

viernes, 12 de agosto de 2016

Rendirse o seguir luchando contra los atracones de comida

Rendición: La acción de someterse al dominio o voluntad de alguien o algo, dejando de oponer resistencia.
Honestidad: es el valor de decir (se) la verdad, ser razonable y justo.

A nadie le gusta rendirse ante nada, ni nadie. Nos gusta luchar, ganar y demostrarles a todos que somos los más fuertes, más listos, más guapos. Los más de lo más. 

Si hay tragedia, sangre y altos obstáculos, mejor. Mayor será luego el regocijo y orgullo al alcanzar el logro. ¡Todos se deslumbrarán y nos alabaran!

Pedir ayuda, no gracias. Demostrar debilidad; de ningún modo.

¿Acaso no es infantil, este modo de vida?  ¿Qué estamos realmente intentando demostrar o demostrarnos? ¿Qué somos más fuertes, más listos, más aptos o más validos que nadie? ¿Es que acaso no es ya suficiente con ser como somos en este momento presente? ¿Qué necesidad, que déficit estamos tratando de cubrir con tanta lucha?

Cada vez que no he sido capaz de seguir una dieta o mantenerme en un mismo peso, cada vez que no he sido capaz de NO comerme ese dulce que me llevo al atracón ¡Mi autoestima bajó hasta el dedo gordo del pie! Tener una autoestima baja te roba confianza para el resto de campos en tu vida ¿Tanta lucha para qué? 
¡Cuánto sufrimiento me habría evitado si en lugar de ir por el mundo demostrado lo capaz y valido que soy, hubiera sencillamente, hecho lo que me hubiera dado la gana!

Cuando crees que eres lo más, que tú puedes con todo, el guerrero invencible ¡No te permites caer! Eso desmoronaría el cuento que te has contado a ti mismo sobre ti. Entonces lo intentas tapar, te escusas o simplemente lo niegas. No permitirse caer, es como no permitirse dormir ¡Tardaras más, o tardaras menos, al final siempre vendrá Morfeo!

Permitirse caer y aprender; de romper la tan deseada abstinencia, de sentirse vulnerable ante la comida que me compulsa, de sentir que uno no lleva yo las riendas y que los caballos van ellos solitos, reconocer honestamente que realmente SI quería comerme esos bollos, que SI me hago daño a mi mismo concientemente,

Piensas: Si no siento culpa, si no intento controlar el acto de no pegarme un atracón, si suelto todo esto ¡Entonces mi vida será como antes de OA, ingobernable! ¡Me convertiré en un obeso de 250 kilos y no podré ni levantarme de la cama! Ahora yo pregunto ¿Acaso no he sentido culpa desde siempre? ¿Acaso no intente dejar los atracones poniéndome a dieta una y otra vez y aun así mi vida se volvió un caos?

Tal vez sea la lucha por controlar el peso y los atracones y fracasar, lo que me llevo a grandes decepciones, desgastarme energéticamente, auto-engañarme, desvalorarme como persona y auto-lesionarme mediante grandes y numerosos atracones. Tal vez el trabajo interior de honestidad y de comprensión sea la solución. Y ahí es donde entran los doce pasos y OA.

Rendirse es entonces para mí soltar toda resistencia a dejar de controlar, y someterme a lo desconocido e inmenso del camino interior de comprensión de la adicción mediante la honestidad. Permitiéndome caer, y permitirme también ser libre de la adicción a la comida.

Permitiendome, en definitiva: ser un ser humano.




miércoles, 10 de agosto de 2016

¡Algo va mal, hay algo que no estoy haciendo bien!

El sobrepeso y la obesidad han sido siempre, desde los aproximadamente 8 - 10 años de edad, ese pie que no te permite levantar cabeza, desarrollarte completa y satisfactoriamente. Me ha provocado impactos emocionales terribles; complejos, manías e inseguridades, así como barreras mentales en cuanto a conseguir objetivos.

Desde la pre-adolescencia he tenido el sentimiento de injusticia y, dicho sea de paso, también de víctima. Dios, el universo, la genética y la gente eran injustos conmigo.
Yo quería comer, me gustaba comer, pero mis padres  junto con el médico, me lo trataban de impedir poniéndome a dieta. Así lo entendía yo entonces. Para mí todo estaba bien; mi cuerpo y mi relación con la comida.



Ellos creían que todo se solucionaría con una dieta. Esa época fue traumática para mí. Mi primer trauma acompañado con el de tener un padre alcohólico y violento que te enseñaba la tabla de multiplicar a base de guantazos y tirones de la patilla, o una madre sumisa, que parecía no impórtale demasiado esos episodios de violencia.

Sería en esa etapa, donde comer paso de ser algo natural y sin culpa, incluso síntoma de salud para muchos el buen apetito, a ser algo insano y problemático donde la comida debía de serme racionada, limitada y en el caso de comer lo que no debería; reprendido.

Es impactante para un niño que de la noche a la mañana le prohíban los alimentos que más le gustan; y se lo cambien por frutas, refrescos dietéticos, o simplemente agua. Que le reprochen su hambre o tener un cuerpo rechoncho. Reprocharte al fin y al cabo quien eres.

Esto me lleva a la siguiente reflexión: Cuando eres bebe o un niño muy pequeño te valoran por simplemente SER, no te piden nada a cambio. Cuando creces un poco más se te valora en función de tus acciones. Valor y afecto van unidos entonces. Tanto vales para los demás, con tanto afecto te lo recompensan. Es este aprendizaje el que más le cuesta comprender a un niño; Pasar del afecto gratuito al afecto en función de cómo te dicen que te has de comportar, como has de ser, lo que se llama en esta sociedad; ser bueno.

¡En esta etapa nace la culpa! La culpa nace en el mismo instante que aprendes que es el BIEN y que es EL MAL. Por tanto, si AHORA tus padres dicen que comer “tal cosa” está mal y lo comes, te sentirás CULPABLE.

A partir de este punto, crucial a mi entender; nada puede volver a ser igual en la vida de un ser humano. Ya no puedes comer tranquilo, como antes, sabiendo que te vigilan y te reprochan por cosas que antes no lo hacían. Eso te inquieta y te pone en alerta. Ya no es gracioso que pidas dulces y helados en la merienda y que seas un niño glotón o que estés gordito.

Pero de la noche a la mañana,  un niño no entiende que comer esos pastelitos pueda ser perjudicial para su salud en un futuro ¡Y se revela!

Entonces tienes que robar comida de la cocina y comerla a escondidas, sin que se note claro está, pues es la única manera de seguir comiendo como antes, que para ti es “lo normal”.
Luego de adulto, todo esto sencillamente se incrementará proporcionalmente, pues ya no dependes de las cuatro cosas que guarde tu madre en el armario, sino que tendrás un supermercado entero para ti. No comerás en un cuarto, porque aprovecharas a que se vaya tu pareja a trabajar, si es que vives con alguien, para comer a solas en el salón, tumbado en el sofá y viendo una película, sin que te miren unos ojos acusadores y que desaprueban tu manera de comer.

Pero no te libraras de tu voz de la consciencia que te flagelará gritando: ¡CULPABLE!

Creces dándote cuenta que la comida, en este mundo, te hace valer menos en función de cuanto te haga engordar. Estar gordo significa valer menos, valer menos es recibir menos afecto de los demás, tu percibes este déficit, al mismo tiempo que va creciendo la ansiedad, de la que quieres HUIR por medio de la comida. Entonces ya habremos entrado en el típico círculo vicioso del comedor compulsivo.

Siempre me ha perseguido una misma sensación: ¡Algo va mal, hay algo que no estoy haciendo bien! Entonces te mientes y te dices que es por no ser suficientemente constante o disciplinado, que tal vez no sabes elegir bien a tus parejas o simplemente buscas escusas victimistas que vienen de atrás, de la familia, de los genes o la vida.

En los periodos que me sentí más motivado me puse a ser dieta para bajar de peso, en algunas baje 4 o 5 kilos, en otras 15, 30, 50 kilos y la última baje 20 kilos. Lo máximo que he podido a aguantar son  8 meses a dieta. La motivación se va evaporando cuantos más meses pasan.

Una vez se pierde la motivación entra en escena de manera progresiva los episodios de compulsión descontrolada. Esos que creías olvidados. Esos que entran de forma paulatina y van tomando las riendas de tu vida. Como si dentro de ti hubieran dos; el yo constructivo y el yo destructivo. Y cuando pasara mucho tiempo uno llevando el carro, el otro le aparta de un codazo y lo volviera a dirigir.

Y mi caso, pasaron 32 años hasta que me di cuenta que tenía, y siempre había tenido, un grave problema con la comida. 32 años de mentirme a mí mismo, de no querer realmente indagar en mí con la suficiente honestidad que esta adicción requiere.

¡Algo va mal! Se me repetia esta idea en mi cabeza. Claro que iba mal. Es la adicción a la comida, que toca todas las columnas de tu vida; El trabajo, las relaciones sociales, la salud, la autoestima, etc.

viernes, 5 de agosto de 2016

Ayudame a Comprender

La adicción a la comida, seguramente también cualquier otra, te lleva a realizarte muchas preguntas, preguntas de todo tipo; desde las pequeñas y concretas, hasta las grandes y generales.
Los 12 pasos nos llevan a preguntarnos más y más concreta y personalmente con el fin de llegar a comprender ¿Comprender qué? ¿A nosotros mismos? ¿La adicción? ¿Ambos?

La palabra Comprender está formada por “com” (todo) y prender (tomar, agarrar) por tanto, el significado profundo es tomar todo el conocimiento. Si por ejemplo en el primer paso comprendemos que “yo solo no puedo recuperarme de esta adicción”, no habrá más escusas, pero si no agarramos todo ese conocimiento, sino solo parte de él, seguramente le pongamos un “pero” al final de la frase.
Por ejemplo; “Yo solo no puedo, pero si llevo  unos meses o años de abstinencia tal vez sí.” O, “Yo solo no puedo, pero sigo actuando como si yo solo SI pudiera.”

Entonces no estamos tomado TODO el conocimiento, sino solo una parte de él. Creemos que hemos comprendido, pero no. Comprender lo cambia todo naturalmente, no requiere  esfuerzos, ni de fuerza de voluntad.

Pero tampoco se Comprende cuando se quiere, sino cuando llega el momento, si es que llega ¿Y mientras “agarro todo el conocimiento” que puedo hacer?  Pues habrá que ir trabajando (te) y entendiendo parte a parte, hasta completar el todo.

Dice un dicho ¡No hay nada peor que a uno le vaya bien en un trabajo que odia!

Esto lo digo por lo siguiente; a veces nos llega la abstinencia sin haber comprendido profundamente ni los conceptos fundamentales del programa ni a ti mismo. La abstinencia puede darse por muchos motivos; que estemos en una etapa más tranquila exteriormente que invite a estar más tranquilo interiormente, por estar más motivado y enfocado a seguir un plan de comidas para bajar de peso, o por cualquier otro.

Estar Abstinentes puede llevarnos a la ilusión de la comprension, a creer que comprendemos lo que en realidad a un solo entendemos en parte.

Me gustaría acabar con dos frases sobre la comprensión que me parecen muy sabias:

“Ayudadme a comprender lo que os digo y os lo explicaré mejor.” Antonio Machado.


“No entiendes realmente algo a menos que seas capaz de explicárselo a tu abuela.” Albert Einstein.



domingo, 24 de julio de 2016

Comer para evadirnos o para auto-destruirnos

Ansioso por algún suceso que no ha pasado pero que esperaba que pasara, por algún evento en mi vida que ha pasado pero no fue como yo esperaba. Ansioso por no saber cómo afrontar las próximas horas de soledad, de posibles discusiones u obligaciones que atender.

Aburrido porque no encuentro nada que hacer que “realmente” me motive en ese momento. En realidad para mi es no saber afrontar “el vacío”, la sensación inesperada de uno de esos “momento de vacuidad”.

¡No soporto esos momentos, instantes de ansiedad o vacuidad en mi presente y como compulsivamente tantas horas haga falta hasta que desaparezcan!

Como si todos los momentos debieran ser geniales. Como si todo debiera estar pintando a color y no aceptara que el gris y el negro existen.  Como si todos los días tuvieran que ser obligatoriamente soleados, toda la gente buena, guapa, educada e interesante, el mundo justo; una balsa de aceite de paz y tranquilidad.

Nadie queremos estar ansiosos o aburridos, pero entiendo que es inevitable, y es obvio que la única solución no es echarse al alcohol, meterse un pico de heroína o comer compulsivamente ¿Entonces cuál es la mejor solución? Sencillamente, No lo sé.

Luego está la auto-destrucción, ese sentimiento de querer explotar, morir, desaparecer del planeta. Quieres que el mundo te deje en paz. Entonces comes y comes, engordas y te encierras a ti y tus alimentos compulsivos en un cuarto y cierras con llave, tantas veces diarias como te permitan hacerlo. Entonces no “solo” quieres evadirte de la ansiedad o del aburrimiento, quieres auto-destruirte.
Piensas: Estoy cansado, no puedo más. Tengo demasiados problemas tanto internos como externos como pocas energías y motivación para afrontarlos.

Comes haciéndote daño, sin hambre, sin límites, quieres comer tanto que la digestión sea tan enorme que caigas fulminado de sueño después ¡Es como pegarte una paliza a ti mismo!

Lo lógico e intuitivo seria, ser honesto con uno mismo, tomar decisiones importantes y tajantes, evitar el inmovilismo y las escusas. Tomarse unas vacaciones para coger energías y/o llenarse de valor y amor propio y dejar ese trabajo que nos fastidia o esa pareja que ya no queremos o no nos aporta nada de una vez por todas.

Pero como no somos capaces de todo esto, nos llenamos de ansiedad, de depresión y de ganas de autodestruirnos ¡Realmente no queremos autodestruirnos a nosotros, sino a nuestra vida porque nos afixia!

sábado, 23 de julio de 2016

De esos lodos, estos barros.

El otro día charlando con una compañera de Málaga por teléfono, me vino a la mente como un fogonazo, recuerdos de mi nefasta relación con la comida en la infancia-adolescencia.

Nunca olvidaré aquel día, obligada por una rutina del colegio, me tuvo que llevar mi madre a la endocrina. Recuerdo que estábamos en el bus y me dijo que tenía que dejar de comer y ponerme a dieta. Recuerdo el tono nervioso y amenazante. Luego estando en casa le dijo a mi padre que la doctora le habia dicho que podía afectar a mi crecimiento el estado de pre-obesidad.

Por supuesto mi padre le echo las culpas a mi madre por comprar tantos dulces y a mí por comérmelos ¡Si, mi padre el maltratador físico-psíquico-alcohólico!

Aun así, hasta los doce años, solía estar siempre en la calle, jugando al futbol, montando en bici o jugando a lo que tocara ese dia, con los otros niños, y no recuerdo comer a escondidas, aunque si era muy glotón cuando comía, pero eso no parecía ser un problema para nadie.

De los doce hacia adelante me mudé de barrio, perdí a mis amigos, mi padre estaba más violento que nunca, parece ser que debido a los problemas con las obras de la mudanza y lo pagaba con nosotros.

Ahí parece que comenzó todo; en la adolescencia. A menudo me escondía en los bolsillos de la bata en invierno, o debajo de la ropa interior en verano, dulces o frutos secos, pues para llevarlos de la cocina a mi cuarto, tenía que pasar forzosamente por el salón, donde solía estar mi padre. Por supuesto, en la cocina tenia que andar con "extremo" sigilo, para que no me escucharán ¡Pero como suenan los dichosos emboltorios de plastico, maldita sea! También recuerdo, y me han recordado en alguna ocasión después, el día que vomite por comerme de golpe varios paquetes de avellanas ¡Tal vez mi primer atracón!

Mi hermana ha sacado el tema en alguna ocasión, entre risas y sabiendo que no me afecta ,más allá de sentir vergüenza en diferido, como encontraron escondidos envoltorios de dulces debajo de la cama cuando hacían limpieza.

Recuerdo pasarlo muy mal a la hora de ir con mis padres a comprar ropa ¡Era toda una tragedia! Si había algo que disparaba la ansiedad en mí, era mirar los ojos de desaprobación de mi padre y escuchar sus reproches sobre mi gordura ¡Lo odiaba, quería que se muriera, y quería morirme yo también!

viernes, 22 de julio de 2016

Día de abstinencia, Día de libertad

Ayer tuve mi primer día de abstinencia ¡Qué paz acostarse sabiendo que hoy no te diste ningún atracón, ni siquiera te has comido un pedacito de pan más de lo planeado!

No tuve que “luchar” para obtenerlo, ni hacer nada “especial” que no haya hecho cualquier día de “no abstinencia”. Siento que es un regalo gratuito y espontaneo, la consecuencia de un “ir dándose cuenta” natural, de un ejercicio y de un proceso. El fruto del programa de OA.

Y aunque esté contento, no estoy orgulloso. Este “éxito abstinente”, aunque lo disfrute no me pertenece a mí, como tampoco me pertenece “el fracaso de la recaída”.  Es una espada de doble filo; si hoy me atribuyo el éxito, mañana me culparé por el fracaso.

¡Prefiero disfrutar de lo uno y aprender de lo otro, a andar jugando al juego de ponerme y quitarme etiquetas y medallas!

El “primer paso” enseña al adicto a la comida a rendirse. La palabra rendirse viene del latín reddere que significa devolver ¿Pero que estamos devolviendo en realidad? En mi opinión, Devolvemos la falsa creencia de que (solos) podíamos; el espejismo de creer, que porque habíamos controlado nosotros solos los atracones por algún tiempo, eso podría hacerse extensible para el resto de nuestras vidas.

Si reconocemos sincera y humildemente, que (solos) no podemos controlar nuestra adicción a la comida, ya no podemos sentir nunca más la culpa de no poder controlar los atracones.

¡Esta comprensión profunda es ya un ENORME progreso y nos obsequia con una estabilidad emocional FULMINANTE! Es soltar de nuestras espaldas la pesada carga de años y años de crueldad innecesaria, tanto auto-infringida como por familiares y otros ignorantes de esta enfermedad.

Tampoco podemos ya juzgar al otro, y por ende, tampoco podemos sentir nunca más la excitante y falsa sensación, que hemos sentido muchas veces antes, de que (solos) podemos controlar nuestro comer compulsivamente.

jueves, 21 de julio de 2016

¿Qué le estará pasado a mis atracones?

Ahora que estoy en medio del ciclón, en plena vorágine compulsiva, que no soy capaz de comer ni un solo día alimentos que no me compulsen, me ocurre algo extraño, que jamás me había ocurrido.

Antes de OA,osea antes reconocer que era un adiccto, cuando me daba atracones diarios, no dejaba nada de comida de lo que me compraba en el supermercado horas antes. Y si dejaba algo era porque mi estómago tiene una capacidad física limitada y no podía comer ya más. ¡Ojala hubiera tenido el estómago de un ratón!

Ahora en mi compra compulsiva no acumulo tantos productos, suelo comprar más sano y además ¡Estoy dejando casi la mitad para el día siguiente! Además ahora ceno, normal, ósea sano y cuando termino, como lo que haya comprado que me compulsa, normalmente algo dulce, con azúcar y muchos carbohidratos.

Pero una vez me doy el gusto, miro el paquete y digo: ¿Realmente hay necesidad de acabármelo todo ahora? ¿Acaso mañana no voy a volver a comer alimentos compulsivos? Nadie va a quitármelos, así que puedo comer los que me queden de hoy.

Además no acabo con culpa, porque sé que es absurdo sentir culpa. Acabo con una sensación normal, de saciedad, sabiendo que lo correcto hubiese sido no comer asi, pero por otro lado, estoy aprendiendo y estoy enfermo, y poco a poco veo resultados en este proceso. Además sé que al día siguiente tengo otra oportunidad, y nadie puede decirme que no volveré al camino de la abstinencia.

Tal vez, ya no use la comida para autodestruirme, para destrozarme, para agotarme. Ta vez, es solo la sensación que tengo ahora. Si la sigo usando para abstraerme, para llenar vacíos, para evadirme de la realidad, para escapar de responsabilidades y puede que aún quede algo de querer sentirme especial o diferente, al hacerlo a escondidas.

Próxima parada: El supermercado.

Son las 20:00, salgo del trabajo; me pongo el casco de la moto, quito la cadena de la rueda y mientras, me voy auto-convenciendo a mí mismo: ¡VETE A CASA! ¡NO PARES!

Pero según avanzo entre los coches a toda velocidad me va comenzado a parecer, esa idea de parar en el súper, muy seductora, diría que incluso magnética e hipnótica.

La hora del atracón se acerca, en mi caso comprende entre las 20:30 y las 00:00, y un súper a todas luces es de todas, la peor opción estando en esa franja horaria. Un entramado de ideas manipuladoras inician las estrategias de minar mi voluntad con las viejas pero efectivas tácticas de engaños del tipo; Solo por hoy ya mañana empiezas en serio, necesitas comprar urgentemente cosas para la casa, te mereces un premio, Que mejor plan, barato, fácil y rápido  para acabar el día, que comer viendo un película tu solo sin que nadie te moleste. O el lamento interior: ¡Si te vas para casa ahora, no habrás tenido ni un solo premio en todo el día, que triste, otro día perdido pudiendo acabarlo de mejor manera!

Toda un orquesta de viejos y manidos mensajes que ya me conozco demasiado bien ¡Y a pesar de ello acabo sucumbiendo una y mil veces más!


Una vez ya dentro del súper, sé de buena mano que estoy perdido, pero la mente no cesa, y como sabe que siento que estoy en peligro y contra mi propia “voluntad” ahora los mensajes se tornan en tono tranquilizador; Compra lo que quieras será solo por hoy, Compra lo justo para ahora, no te sobrará nada y así mañana empiezas desde cero, Aunque compres mucho y de gran tamaño no tienes por qué comértelo todo hoy.

Habrá días que compraré más, días que compraré menos. Unos días hasta sentiré como un éxito personal solo comprar una sola cosa. Pero siempre, siempre, siempre ¡SERÁ UNA DERROTA! Por una sencilla y verdadera razón: QUE NO LO NECESITO.

martes, 19 de julio de 2016

El dilema de los picos en la nevera.

Estar enfermo te plantea dilemas cotidianos del tipo: ¿Me como para almorzar esos picos que me sobraron anoche en un intento de atracón? ¿Y si me los como y despierta en mí al monstro de la galletas que llevo dentro? ¡Va, los tiro por el váter por si acaso! Pero joder, los niños del África muriendo de inanición y yo voy a tirarlos y verlos como se los traga un remolino de agua… ¿Qué es peor tirar la comida por el retrete para intentar salvarse o comer cantidades ingentes de alimentos mientras te vuelves un ser gris y esquivo?

Si no fuera un enfermo, seguramente los dejaría ahí hasta que se pusieran malos, ignorados, como hace mi novia, o los iría consumiendo poco a poco y puede ser que les duraran una semana, tal vez dos. Por supuesto en el tiempo que yo me zambullo en este dilema ella estaría pensando o haciendo algo que seguro no tiene que ver con la comida.

Una persona sin esta enfermedad no puede entenderme al igual que yo no puedo entender a uno de esos enfermos que tiene que caminar por celdas impares de la calzada o contar hasta 20 mientras se cepillan los dientes.

De todas formas que el mundo entero me entendiera no creo que me sanara ¡Ni quiera sé si es posible sanarse de esta enfermedad! Tal vez solo pueda “congelarla” o aprender a vivir con ella sin que me joda la vida y la paz.