Estar enfermo te plantea dilemas cotidianos del tipo: ¿Me
como para almorzar esos picos que me sobraron anoche en un intento de atracón?
¿Y si me los como y despierta en mí al monstro de la galletas que llevo dentro?
¡Va, los tiro por el váter por si acaso! Pero joder, los niños del África
muriendo de inanición y yo voy a tirarlos y verlos como se los traga un
remolino de agua… ¿Qué es peor tirar la comida por el retrete para intentar
salvarse o comer cantidades ingentes de alimentos mientras te vuelves un ser
gris y esquivo?
Si no fuera un enfermo, seguramente los dejaría ahí hasta
que se pusieran malos, ignorados, como hace mi novia, o los iría consumiendo
poco a poco y puede ser que les duraran una semana, tal vez dos. Por supuesto
en el tiempo que yo me zambullo en este dilema ella estaría pensando o haciendo
algo que seguro no tiene que ver con la comida.
Una persona sin esta enfermedad no puede entenderme al igual
que yo no puedo entender a uno de esos enfermos que tiene que caminar por
celdas impares de la calzada o contar hasta 20 mientras se cepillan los
dientes.
Cómo te entiendo hermano! !!. Yo ya no me planteo la pena de tirarlo, miro por mi recuperación y fuera
ResponderEliminartíralos! (o dámelos a mí.. xd)
ResponderEliminar