martes, 19 de julio de 2016

El dilema de los picos en la nevera.

Estar enfermo te plantea dilemas cotidianos del tipo: ¿Me como para almorzar esos picos que me sobraron anoche en un intento de atracón? ¿Y si me los como y despierta en mí al monstro de la galletas que llevo dentro? ¡Va, los tiro por el váter por si acaso! Pero joder, los niños del África muriendo de inanición y yo voy a tirarlos y verlos como se los traga un remolino de agua… ¿Qué es peor tirar la comida por el retrete para intentar salvarse o comer cantidades ingentes de alimentos mientras te vuelves un ser gris y esquivo?

Si no fuera un enfermo, seguramente los dejaría ahí hasta que se pusieran malos, ignorados, como hace mi novia, o los iría consumiendo poco a poco y puede ser que les duraran una semana, tal vez dos. Por supuesto en el tiempo que yo me zambullo en este dilema ella estaría pensando o haciendo algo que seguro no tiene que ver con la comida.

Una persona sin esta enfermedad no puede entenderme al igual que yo no puedo entender a uno de esos enfermos que tiene que caminar por celdas impares de la calzada o contar hasta 20 mientras se cepillan los dientes.

De todas formas que el mundo entero me entendiera no creo que me sanara ¡Ni quiera sé si es posible sanarse de esta enfermedad! Tal vez solo pueda “congelarla” o aprender a vivir con ella sin que me joda la vida y la paz.


2 comentarios:

  1. Cómo te entiendo hermano! !!. Yo ya no me planteo la pena de tirarlo, miro por mi recuperación y fuera

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