jueves, 21 de julio de 2016

Próxima parada: El supermercado.

Son las 20:00, salgo del trabajo; me pongo el casco de la moto, quito la cadena de la rueda y mientras, me voy auto-convenciendo a mí mismo: ¡VETE A CASA! ¡NO PARES!

Pero según avanzo entre los coches a toda velocidad me va comenzado a parecer, esa idea de parar en el súper, muy seductora, diría que incluso magnética e hipnótica.

La hora del atracón se acerca, en mi caso comprende entre las 20:30 y las 00:00, y un súper a todas luces es de todas, la peor opción estando en esa franja horaria. Un entramado de ideas manipuladoras inician las estrategias de minar mi voluntad con las viejas pero efectivas tácticas de engaños del tipo; Solo por hoy ya mañana empiezas en serio, necesitas comprar urgentemente cosas para la casa, te mereces un premio, Que mejor plan, barato, fácil y rápido  para acabar el día, que comer viendo un película tu solo sin que nadie te moleste. O el lamento interior: ¡Si te vas para casa ahora, no habrás tenido ni un solo premio en todo el día, que triste, otro día perdido pudiendo acabarlo de mejor manera!

Toda un orquesta de viejos y manidos mensajes que ya me conozco demasiado bien ¡Y a pesar de ello acabo sucumbiendo una y mil veces más!


Una vez ya dentro del súper, sé de buena mano que estoy perdido, pero la mente no cesa, y como sabe que siento que estoy en peligro y contra mi propia “voluntad” ahora los mensajes se tornan en tono tranquilizador; Compra lo que quieras será solo por hoy, Compra lo justo para ahora, no te sobrará nada y así mañana empiezas desde cero, Aunque compres mucho y de gran tamaño no tienes por qué comértelo todo hoy.

Habrá días que compraré más, días que compraré menos. Unos días hasta sentiré como un éxito personal solo comprar una sola cosa. Pero siempre, siempre, siempre ¡SERÁ UNA DERROTA! Por una sencilla y verdadera razón: QUE NO LO NECESITO.

No hay comentarios:

Publicar un comentario