Ayer tuve mi primer día de abstinencia ¡Qué paz acostarse
sabiendo que hoy no te diste ningún atracón, ni siquiera te has comido un
pedacito de pan más de lo planeado!
No tuve que “luchar” para obtenerlo, ni hacer nada “especial”
que no haya hecho cualquier día de “no abstinencia”. Siento que es un regalo
gratuito y espontaneo, la consecuencia de un “ir dándose cuenta” natural, de un
ejercicio y de un proceso. El fruto del programa de OA.
Y aunque esté contento, no estoy orgulloso. Este “éxito
abstinente”, aunque lo disfrute no me pertenece a mí, como tampoco me pertenece
“el fracaso de la recaída”. Es una
espada de doble filo; si hoy me atribuyo el éxito, mañana me culparé por el fracaso.
¡Prefiero disfrutar de lo uno y aprender de lo otro, a andar
jugando al juego de ponerme y quitarme etiquetas y medallas!
El “primer paso” enseña al adicto a la comida a rendirse. La palabra rendirse viene del latín reddere que significa devolver ¿Pero que estamos devolviendo en realidad? En mi opinión, Devolvemos la falsa creencia de que (solos)
podíamos; el espejismo de creer, que porque habíamos controlado nosotros solos
los atracones por algún tiempo, eso podría hacerse extensible para el resto de
nuestras vidas.
Si reconocemos sincera y humildemente, que (solos) no podemos controlar nuestra adicción a
la comida, ya no podemos sentir nunca
más la culpa de no poder controlar los atracones.
¡Esta comprensión profunda es ya un ENORME progreso y nos
obsequia con una estabilidad emocional FULMINANTE! Es soltar de nuestras espaldas
la pesada carga de años y años de crueldad innecesaria, tanto auto-infringida
como por familiares y otros ignorantes de esta enfermedad.
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