viernes, 22 de julio de 2016

Día de abstinencia, Día de libertad

Ayer tuve mi primer día de abstinencia ¡Qué paz acostarse sabiendo que hoy no te diste ningún atracón, ni siquiera te has comido un pedacito de pan más de lo planeado!

No tuve que “luchar” para obtenerlo, ni hacer nada “especial” que no haya hecho cualquier día de “no abstinencia”. Siento que es un regalo gratuito y espontaneo, la consecuencia de un “ir dándose cuenta” natural, de un ejercicio y de un proceso. El fruto del programa de OA.

Y aunque esté contento, no estoy orgulloso. Este “éxito abstinente”, aunque lo disfrute no me pertenece a mí, como tampoco me pertenece “el fracaso de la recaída”.  Es una espada de doble filo; si hoy me atribuyo el éxito, mañana me culparé por el fracaso.

¡Prefiero disfrutar de lo uno y aprender de lo otro, a andar jugando al juego de ponerme y quitarme etiquetas y medallas!

El “primer paso” enseña al adicto a la comida a rendirse. La palabra rendirse viene del latín reddere que significa devolver ¿Pero que estamos devolviendo en realidad? En mi opinión, Devolvemos la falsa creencia de que (solos) podíamos; el espejismo de creer, que porque habíamos controlado nosotros solos los atracones por algún tiempo, eso podría hacerse extensible para el resto de nuestras vidas.

Si reconocemos sincera y humildemente, que (solos) no podemos controlar nuestra adicción a la comida, ya no podemos sentir nunca más la culpa de no poder controlar los atracones.

¡Esta comprensión profunda es ya un ENORME progreso y nos obsequia con una estabilidad emocional FULMINANTE! Es soltar de nuestras espaldas la pesada carga de años y años de crueldad innecesaria, tanto auto-infringida como por familiares y otros ignorantes de esta enfermedad.

Tampoco podemos ya juzgar al otro, y por ende, tampoco podemos sentir nunca más la excitante y falsa sensación, que hemos sentido muchas veces antes, de que (solos) podemos controlar nuestro comer compulsivamente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario