sábado, 3 de septiembre de 2016

¡Nunca estoy a salvo!

Arranco mi vehículo para ir dirección a casa. Son las 23.20 horas. He estado todo el día abstinente pero llevo muchas horas sin comer, pues no he podido. Mientras me movilizo la situación me comienza a tentar, esta vez “me sugiere” que como tengo que cambiar dinero, por motivos que no comentare por su extensión, que compre un helado al lado de casa para cambiar. Entonces me digo, como sé que estoy en “mis horas de mayor peligro de compulsión”, que mejor no pare, ¡Ya cambiaré mañana por la mañana más sereno!

Lo consigo. Y llego a casa. No me apetece cocinar nada y no tengo nada rápido que hacerme.
Como algo, pero se ve que no es suficiente y los niveles de compulsión se empiezan a disparar.
Me ronda por la cabeza hasta llamar por teléfono comida a domicilio o bajar yo mismo. Gracias que es ya la 01.00 horas de noche y es tarde. Eso ayuda mucho.

Al final acabo comiendo comida incoherente entre ella como puede ser; unas croquetas de setas, un pedazo de queso chédar y una vaso de leche vegetal con cacao natural.
Estaba contento por haber logrado no parar e ir a casa directo. Eso es un logro, está claro.  Pero no pude no perder la compostura y ser poseído por la ansiedad del comer compulsivamente. Entonces siento:

¡Nunca se está verdaderamente a salvo!

Joder he tenido episodios de ansiedad con la comida incluso después de practicar meditación, o hacer cosas que realmente me gustan. A la mente le da igual; el lugar, la gente o lo que hagas, puede dispararse en cualquier momento y activar el modo compulsivo ON.

¡No puedo esperar que no me pase más, solo esperar al próximo episodio!

He de prepararme para él, he de seguir trabajando. Tal vez si hubiera comido algo antes de volver a casa, tal vez si hubiera llamado a alguien cuando llegue y estaba solo, esto no hubiera ocurrido.
Joder por las mañanas pienso: ¡Aquí te espero ansiedad compulsiva, esta vez no podrás conmigo! ¡Y luego viene y siempre me supera!


¡Quiero atravesarte ansiedad! Quiero que llegue ese momento, donde mirarnos de igual a igual ¡Lo deseo!


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